110. La Aversión y el Apego
- Alejandro Bolaños Davis
- 26 dic 2021
- 3 Min. de lectura
Podemos vencer tres disfunciones culturales cuando estamos dominados por la aversión y el apego: la fragmentación social, el exceso de competir, y responder de forma reactiva.
Fragmentamos la realidad en pedazos, la dividimos, ejemplo, los departamentos de la empresa, uno diferente del otro en sus funciones, responsabilidades, etc., cada uno actúa separado del otro para ser mas efectivo, sin embargo, los desafíos que enfrentamos son sistémicos, la solución está en coordinar y sincronizar a los egos de esos departamentos (los pedazos).
Tenemos arraigado el hábito de competir aun entre nosotros mismos al punto de que es nuestra casi única manera de aprender y cambiar. Intrínsecamente no hay nada malo con competir, puede ser hasta divertido, innovador, desafiante. El problema es que de tanto competir perdimos el balance con la cooperación, precisamente es lo que mas necesitamos para trabajar en equipo. Acabamos compitiendo como enemigos entre nosotros desgastándonos cuando lo que debemos hacer es colaborar con confianza e inteligencia emocional para salir adelante.
Nos hemos acostumbrado a cambiar solo en reacción a las fuerzas externas. Hasta cuando llega el mas grande a imponer su ego y decir cómo actuar. Cuando niños lográbamos grandes aprendizajes jugando y no porque “debíamos hacerlo” sino porque queríamos. En el mundo creado por nuestros mayores nos hemos condicionado a reaccionar a las órdenes de otros, a la aprobación de otros, minando nuestra propia capacidad intrínseca de manifestarnos y aprender.
Los sistemas educativos son reactivos. Nos enseñan a aprender cosas identificadas por otros, requeridas por otros, que no necesitamos, y que nunca más utilizaremos cuando crezcamos.
Calzar en el lugar, ser aceptado, resulta más importante que ser uno mismo, que ser auténtico. Para tener éxito nos volvemos actores, jugamos el jueguito de responder a las preguntas del profesor o el jefe mas que a las que internamente pudiéramos generar para descubrir nuestra vocación y trazar nuestro destino.
Fragmentar, competir y reaccionar no son problemas a ser resueltos, sino patrones congelados de pensamientos inconscientes inculcados que deben ser disueltos por un nuevo pensamiento sistémico, una nueva consciencia-plena que recobre la memoria de la totalidad, integrando mente y corazón -- Inteligencia emocional y social – mindfulnes.
Es regresar a la memoria de que cada departamento de la empresa está para el bien de toda la empresa. Que cada persona está para servir y apoyar con bondad y empatía a los demás y a la vida en general, porque ese camino es fuente de felicidad para nosotros.
Es contener a los egos inconscientes. Cada cual, al suyo, e integrarlo con las emociones sentidas en su cuerpo. Saber cuándo parar para meditar y respirar sobre las opciones existentes, para evitar caer en el huir o morir/matar, o el actuar en los extremos, en los polos de la aversión y el apego, que crean a las culturas de guerra y muerte.
Aprender a soltar hechos y creencias del pasado, el desapego, y a tolerar con paciencia y amabilidad lo que aborreces y desprecias, requiere que salgas de la caja, tu caja, hacia un territorio desconocido, incierto, con temor quizás.
Tratar de comprender con humildad cuando afuera de tu caja, a ponerte en lugar del otro con empatía, descubrir intenciones y emociones para comprender primero y luego darte a entender.
Detectar el contexto: qué te produce, qué te trasmite el contexto. Cuáles sensaciones, culpas, resentimientos, premoniciones, prejuicios, creencias te produce el entorno, el clima, el ambiente, el lugar. Conoce a esos tus monstruos, salúdalos por su nombre y después de verlos bien inmediatamente déjalos ir, no los alimentes con tu ego inconsciente. Ignóralos. ¡Que se vayan!
Transfórmate interactuando con amabilidad proponiendo caminos que regresen al centro de tu conciencia plena, lejos de los inevitables extremos inconscientes del péndulo de la aversión y el apego.
Aprende a jinetear al potro salvaje de tus pensamientos y emociones. Respira profundamente varias veces y medita, reflexiona, discierne. Si te asaltan estos y respondes con exceso, y caes de la silla, te vuelves a montar con resiliencia hasta que domines al potro salvaje de tus pensamientos y emociones inconscientes.
Recuerda, “la práctica hace al maestro.”
Carpe Diem
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