Sagrada Selva es algo más que montañas, ríos, y animales salvajes. Cada persona lleva dentro de sí su propia selva, llena de emociones distintas, y de creencias incrustadas en su cerebro, que la hacen sagrada, profundamente íntima y personal, para cada uno.

Igual que cuando buscamos medicinas entre las plantas de la selva para sanar, cada uno encierra dentro de sí las medicinas que necesita para ser y estar mejor. Esto hace a la selva sagrada, tanto la que llevamos dentro de nuestro ser como la que está afuera en las montañas. En nuestro fuero interno sabemos muchas verdades sobre nuestro actuar negativo.

Conocemos las respuestas a lo que en lo más íntimo nos aqueja, eso, si nos damos el permiso de entrar en nosotros mismos con autenticidad y con la verdad.

También, el espíritu que cada animal manifiesta para vivir, salvaje o no. Refleja el temperamento, la destreza, o el estado de ánimo interno, que sentimos y manifestamos. "Me siento como un tigre, veo como el águila, soy fuerte como un toro, terco como una mula, o quizás sea tierno como los conejitos". Todas son expresiones que manifiestan esa magia, esa medicina, esa esencia que el espíritu de cada animal provee. Cada animal tiene muchas lecciones que enseñar para aliviar el dolor de la humanidad.

Digo que son medicinas porque nos contagian en hacer sentirnos mejor y ser mejores proveedores de vida para uno mismo y los demás. Todo depende de cada uno y de su reverencia hacia la naturaleza en observar cómo resuelven otros seres vivos sus problemas para vivir.

Digo también que la selva es sagrada porque sin la selva, sin el bosque, sin los árboles, nuestra única nave espacial que es ésta tierra nuestra, dejará de ser habitable para las futuras generaciones, y esto la hace para mí, aún más sagrada.

Recordemos que Sagrada Selva no necesita de los humanos, que la necesitan para vivir.

Carpe Diem

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