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133. LA MALDICIÓN DE LOS DINOSAURIOS

Actualizado: 27 ago 2023


Toda nuestra civilización que hemos desarrollado ha sido utilizando energía fósil que transformamos exhumándola desde un período muy distante de nuestra prehistoria. Esa energía fósil son los mismos huesos de los dinosaurios, otros animales y microorganismos, acompañados de los bosques, que ahora nos dejan la maldición entrópica que vivimos y amenaza con acabar nuestra civilización y existencia.


El término ¨sindemia¨ fue acuñado por Merrill Singer, médico antropólogo. Es cuando las epidemias se traslapan unas con otras, creando un feedback positivo y en espiral con externalidades entrópicas y hasta mortales.


The Lancet publicó un estudio titulado The Global Syndemic Of Obesity, Undernutrition, And Climate Change (The Lancet, Volume 393, Issue 10173, 791 – 846) y analizó cómo se afectan entre ellas creando un círculo vicioso.


Dice el informe que una sindemia, o episodios en sinergia de epidemias, concurren en tiempo y espacio, interactuando entre ellas para crear una sequela compleja, y que comparten los mismos detonantes sociales soterrados.


Y agrega: La obesidad, facilitada por una externalidad de la REVOLUCIÓN VERDE produjo alimentos diseñados con ingeniería genética, y esto contiene externalidades que matan, y con el COVID-19 se dispararon aún más las muertes de los obesos.


Y continúa: La agricultura petroquímica de varios cultivos al año, termina desgastando del suelo los nutrientes produciendo cada vez más alimentos sin nutrientes. Entonces, se utilizan petroquímicos para rematar el suelo con venenos (insecticidas, herbicidas, fertilizantes y otros). Las comidas se congelan y recongelan por días en inventarios perdiéndole mas nutrientes. Para colmo, la industria alimenticia se encauza en ser mas eficiente y por ello se concentra en las comidas rápidas procesadas, con alto contenido de grasas saturadas, sodio, y menos calcio, hierro y fibra, aumentando la obesidad y las enfermedades entre la población haciendo ésta menos resiliente.


Según Jeremy Rifkly (The Age of Resilience) “la eficiencia reduce la resiliencia”. Dice que la industria alimenticia petroquímica representa mas de un 20% de las emisiones de gases que provocan el calentamiento global, y si además se le suma el transporte, logística y manejo de desperdicios, representa casi el 30% de todas las emisiones de gases del planeta. Además, cada grado Cº de temperatura aumenta en un 7% la capacidad del aire para contener agua, creando huracanes categoría 5, tormentas devastadoras, sequías, incendios, caos sin precedentes en número de muertes, pérdidas de propiedades, pestes que matan y destruyen ecosistemas enteros. Esto último acaba de suceder tan solo unos días atrás con la isla de Maui en Hawai.


También, agrega Rifkly, el calentamiento global causado por las prácticas agrícolas de esos mismos alimentos, los termina asfixiando a la población con virus y otras enfermedades que emergen de las mismas crisis que provoca el calentamiento global generado por la agricultura petroquímica. Lo anterior constituye una sindemia o sinergia de epidemias puesto que las epidemias de obesidad, malnutrición y calentamiento global concurren en tiempo y espacio, y como tienen detonantes sociales comunes producen una secuela compleja de enfermedades y muertes.


Toda nuestra civilización que hemos desarrollado buscando la eficiencia a costa de la resiliencia ha sido utilizando energía fósil que transformamos exhumándola desde un período muy distante de nuestra prehistoria. Esa energía fósil son los mismos huesos de los dinosaurios, y los bosques que ahora nos dejan la maldición entrópica que amenaza con acabar nuestra civilización y existencia. Si no cambiamos drásticamente de camino podemos extinguirnos igual que los dinosaurios y el 50% de la vida que ya hemos aniquilado del planeta en nombre del progreso.


Debemos repensar nuestra visión del mundo, la economía, el manejo de los recursos, nuestros conceptos de tiempo y espacio, las emociones que nos embargan, las relaciones con el planeta y con toda la humanidad, y otras cosas mas. La era del progreso que hemos conocido desde la máquina de vapor, debe ceder a una nueva era más austera y resiliente. Manos a la obra.


Carpe diem


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