26. El Capitán y la Princesa. (Cuento histórico)
- Alejandro Bolaños Davis
- 23 jun 2020
- 8 Min. de lectura
El Dorado siempre estuvo a la vista sólo que era otra época. Ahora estamos apunto de sepultar el tesoro en el olvido y con ello a toda nuestra patria tal y como sucedió con nuestro río San Juan de Nicaragua en los siglos pasados.
El caribe de Nicaragua es una región de la pluvioselva tropical, morada de los misquitos, sumos, ramas al sur, zambos en el centro y norte, ulvas matagalpas y tribus indígenas que viven del bosque y el mar. En las bocas de los ríos y en las costas del mar traficaban con los ingleses y bucaneros que vivian en guerra en contra de los españoles.
En el año 1780 Inglaterra invade Nicaragua tratando de conquistarla desde San Juan del Norte hasta el realejo con la idea posterior de hacer un canal interoceanico. El Capitán Horatio Nelson al mando de la fragata Hinchinbrook se enfrenta a la muerte como después lo haría por última vez en Trafalgar.
A pesar que se toman el castillo, los españoles, la malaria, y los virus tropicales los hacen fracasar, y en diciembre de 1780 se retiran sin cumplir con su mandato dejando cientos de muertos, entre ellos al joven Capitan John Flemming abrazado de su amada la princesa Isaura hija del Rey Mosco George, quien combatió a la par del Capitán Nelson en el río San Juan.
También, los ingleses hundieron tres barcos intencionalmente en diciembre de 1780 para obstruir el puerto de San Juan de Nicaragua en represalia por su derrota y la muerte del capitán Nelson, como diciendo: “si este canal no puede ser mío tampoco lo será de nadie más.”
El Capitán Flemming conoció a Isaura en el desembocadura de río Karawala cerca de Laguna de Perlas cuando arribó en canoa del mar de aguas verde celestes. Cuando la princesa vio al joven capitán bajarse de la canoa en la playa su corazón sintió un vuelco y se enamoró perdidamente de él. Eso sucedió en 1779 un año antes del segundo gran intento de la conquista de Inglaterra a Nicaragua.
Isaura era valiente, una mulata de 18 años hija natural de una inglesa desconocida en Jamaica, con supuesto padre y luego rey George II Frederic de la mosquitia según narra la historia.
Isaura habia combatido al lado de su padre George (entonces principe de los zambos-misquitos) y los bucaneros ingleses, en contra de los españoles en redadas que hacian desde sus bases en Cabo Gracias a Dios, Laguna de Perlas, Rio San Juan penetrando por el rio Coco, río Grande de Matagalpa y el Escondido, atacando por la noche a todos los poblados que podian como Jinotega, Nueva Segovia, Boaco, Camoapa, hasta la isla de Ometepe, matando, saqueando, y aterrorizando a la gente. Eran los bárbaros, el azote de la costa.
Los Ingleses aliados con los zambos-miskitos eran la mayor amenaza para Nicaragua en esa época. En 1762, año de nacimiento de Isaura en Jamaica, los ingleses y aliados zambos habían intentado tomarse Nicaragua por el río San Juan, pero una joven patriota conocida como Rafaela Herrera, con el cadaver de su padre a sus pies, mató al comandante inglés al tercer cañonazo, con certera puntería, y eso rechazó la invasión.
Isaura se había inspirado con esa heroína nicaraguense, Rafaela Herrera llena de coraje y resolución, por esa acción heroica, aunque ella fuese enemiga de la corona española.
Flemming regresaba a la costa después de esperar por días mar adentro a una fragata inglesa pero sin resultados. Nunca llegó la tal fragata. Había arribado en una misión investigativa secreta del territorio hacía meses para ayudar al gobierno inglés con los preparativos de la invasión del Capitán Nelson. Por su mente no cabía nada más que cumplir con éxito su cometido. Su carrera estaba en juego.
Quería complacer a la reina y ascender en su gobierno, hasta que vió a Isaura en la playa y se deslumbró con su belleza. Color moreno intenso que se iluminaba bajo el sol. Era una diosa esculpida en ebano que hizo olvidar a John de la reina y todo lo demas.
Isaura veloz apartó la mirada de John, aunque éste ya había percibido que lo veían. La observó fijamente, ella se dio vuelta y caminó hacia él contoneando su cuerpo semi desnudo, delgado y ágil diciendo con firmeza:
“Titan yamni, nakisma” -- buenos días, como está, -- John no supo qué decir, su boca no le respondía. Ella supo que lo había deslumbrado, y que sería correspondida en su sentimiento, con solo una mirada a los ojos del capitán, figura de atleta, de pelo rubio, ojos azules.
¿“Nan nini ba” -- hola soy Isaura y tú? , debes ser el Capitán Flemming?
“Sï” responde John con voz imperceptible.
¿“Mananei wana” --- de dónde eres?
“De Londres, enviado de la reina en misión de reconocimiento,”alcanza a responder con voz más firme el capitán.
“Lo estaba esperando” dice Isaura en perfecto inglés, “su fragata fue hundida por los españoles, no vendrá”, y añade, “lo confirman unos sobrevivientes. Debemos partir antes del anochecer hacia el río Awaltara, nos esperan, y nos aguarda una buena caminata”.
John descubre que ella se habia divertido burlandose de él hablándole en miskito cuando sabia perfecto ingles.
“¡Aihni!-- ¡de inmediato!” responde John en miskito alzando su mochila para colocarla en una canoa para seis personas, haciendo sonreir a Isaura por dentro. Iban unas 8 de estas canoas con otros zambo-miskitos, algunos bucaneros europeos – ingleses, belgas, y franceses.
Las canoas se adentraron en el mar y navegaron hasta llegar a la desembocadura del río Awaltara (rio Grande) donde podían entrar facilmente hacia el corazón de Nicaragua a incursionar contra los habitantes. Acamparon adentrada la noche con otro grupo que ya estaba allí para salir la noche siguiente sobre el río a incursionar y aterrorizar a los pueblos y ciudades en sus riberas.
El Capitán Flemming e Isaura decidieron continuar su conversación esa misma tarde en el campamento alumbrados por una fogata que echaba chispas que explotaban por la humedad de la leña, hasta quedar dormidos, uno a la par del otro. Flemming decidió acompañar al grupo en su aventura bucanera.
Amaneció. Tuvieron todo el día para planificar y luego deleitarse en las aguas de lo que hoy se conoce como Laguna de Perlas. Comieron y descansaron para luego emprender camino por la noche y atacar a los poblados sobre el río. Y así fue.
Después de atacar Matagalpa, Boaco, Camoapa, Juigalpa, Acoyapa, y de docenas de encuentros de vida o muerte y botines repartidos, llegaron a San Carlos para embarcarse en el río San Juan de Nicaragua en canoas robadas, en la desembocadura del río hoy conocido como Bartola, poco más adelante del Castillo de la Inmaculada Concepción.
Fueron perseguidos por un contingente de españoles y criollos bien armados que se enteraron de la presencia de los piratas asaltantes, hasta que hirieron gravemente al Capitán Flemming en agitada persecusión sobre el río San Juan de Nicaragua. Fue ahí en la Isla de Mr. William Kirkland (antes conocida como “Cooks Post”, y después conocida como la isla de Mr. John Leefe), de unas 3 hectáreas, donde chocaban las aguas del río San Juan de Nicaragua para luego doblar hacia el oeste donde hoy corren las escasas aguas del San Juan, en las que el Capitán Flemming falleció en brazos de Isaura.
Al otro lado de la Isla de Kirkland nacía el más pequeño desaguadero que hoy se conoce como río Colorado por el color de su agua. Antes las aguas del San Juan corrian casi todas por su curso hasta la desembocadura en el caribe, poco corria por río Colorado en Costa Rica. Hoy es a la inversa, después que los ingleses hundieran tres barcos en la desenbocadura del San Juan, y Leefe despalara la isla y el río la desmoronara en pedazos.
La mano del hombre intervino ensanchando el Colorado dis que para impedir la entrada de los piratas. En poco tiempo hubo un cambio de la geografia, las aguas entran directamente del río San Juan al rio Colorado en mas de un 80%, y menos de un 20% sigue su curso sobre el viejo río San Juan hasta el mar -- ahora seco y lleno de barras de arena -- totalmente innavegable.
Isaura logra rescatar al Cap. Flemming de la isla, aun malherido, y en una balsa echa de troncos amarrados por juncos, logra colocarlo y lanzarse al río con él a favor de la corriente, desafiando obstáculos , hasta llegar a un poblado en territorio miskito en el márgen derecho del río conocido como Laguna Azul, donde trató de revivir al capitán con sus aguas mágicas, sanadoras. Pero fue imposible. El capitán falleció. Isaura perdió la razón. Se volvió loca de amor. Esos días apasionados de amor intenso en plena guerra la habían dejado irremediablemente trastornada.
El capitan fue enterrado en un panteón para ingleses por algunos de sus compatriotas en el viejo Greytown, o San Juan del Norte, ahora inundado. Algunos ángeles de piedra en la cúpulas de las criptas y mausoleos se asoman por encima de las aguas para decir que ahí habítan ingleses muertos que lucharon contra España en los siglos antepasados y que reclamaban ese territorio.
Cuenta la leyenda que cerca del panteón de Greytown, en noches de poco viento, se oye un llanto de mujer y llamados de amor: “Latwan laka, latwan laka, latwan laka Flemming…, ” se escucha decir con un pequeño silbido de viento el final, llamando al capitán Flemming.
Estuve allí en un verano hace como 34 años con mi padre, mi esposa Regina y mi hijo menor Diego, otros acopañantes y un guía que contratamos en San Carlos que tenía una panga de buen aspecto, hermosa, con cojines y toldo. Pernotamos en una casita de madera, en el nuevo Greytown sobre el río Indio, que consistía de cuatro casitas humildes y sencillas de tablas aserradas con motosierra.
Dormimos a pierna suelta sobre una de esas tablas de olorosa caoba recien cortada con motosierra, por el cansancio que traíamos. Tuvimos que remolcar la panga en que ibamos sobre el San Juan pues no pasaban por la escasa agua del río. Las barras de arena se lo comieron ampliando el delta e inundando todo alrededor.
Habíamos mal dormido la noche anterior acampando en la ribera sur del San Juan que está más despejada, bien picados por los zancudos e insectos pequeñitos insoportables. Ya estabamos a poco tiempo de llegar al delta pero nos cogió la noche.
A la mañana siguiente nos enteramos que estábamos en el lado tico, cerquita de una casita bien pintada en la que nos vendieron deliciosos desayunos de huevos y gallo pinto con tortillas, cuajadas y café negro o con leche. Nos atendieron muy bien.
Después de ese reconfortante desayuno continuamos nuestro viaje casi a media mañana. hacia Greytown. Estabamos cerca pero tuvimos que conducir la panga entre barras de arena alivianando la carga y jalando la panga con el guía ocasionalmente. Por fin llegamos al panteón Inglés y pudimos ver los restos de lo que aun queda en pie. Se ven las verjas de hierro oxidado, tumbas saqueadas, algunos nombres de Ingleses, una campana rota perdida en la maleza.
Tuve oportunidad de conversar con una anciana de casi 90 años de edad, al menos, y de preguntarle sobre esa supuesta leyenda de Isaura y Flemming y su respuesta fue que ella no sabia nada de eso, “pero sí sabe y le consta que, en esa parte del río donde está el panteón de los ingleses, asustan unos llantos de mujer que se escuchan y mas claramente en noches sin viento y que ella los oye cuando de noche se acerca a esa parte del río. No le gusta ir de noche al panteón del viejo Greytown”.
La próxima vez que vaya a esa parte de Nicaragua me quedaré a dormir cerca del panteón de Greytown para tratar de escuchar esos lamentos y llamados de esa alma en pena. Veremos qué pasa. Aí les cuento.
Decia al inicio que El Dorado siempre estuvo a la vista sólo que era otra época. Para mí, el Dorado no es un tesoro enterrado o escondido en una cueva. El Dorado es el país y su gente. Es la riqueza de la naturaleza, la ubicación privilegiada que tenemos, y la diversidad de su población.
Nosotros los habitantes de este territorio no hemos podido fraternizar. Las guerras y divisiones fratricidas hacen que el país pierda capitales, y se acabe destruyendo, y vendiendo barato las riquezas y oportunidades de crecimiento, desatendiendo cada vez más las necesidades básicas de la población.
Debemos congeniar y coincidir en una visión de nación para educarnos y emprender una extrategia que empodere y fortalezca el crecimiento de nuestra población. Necesitamos enfocarnos para atender las necesidades de crecimiento con empoderamiento y asegurar las libertades de nuestro tesoro nacional que es Nicaragua y su gente.
¿Estamos ahora en el año 2020 apunto de sepultar a toda Nicaragua en el olvido, tal y como hicimos o sucedió con nuestro río San Juan de Nicaragua desde el siglo XIX? Espero que no. ¡Despertemos Nicaragua!
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